martes, 25 de diciembre de 2007

No te metas conmigo que llamo a mi primo...

Este video es de lo más impresionante que he visto... mis fotitos de Sud Africa van a a ser una cosa de aficionadillo.... (Obviamente el video no es mío, que salió publicado por todos lados...)

Disfrutadlo, y tened paciencia hasta el final, que es brutal.


martes, 15 de mayo de 2007

Te pesqué...

Despertar a las 6 de la mañana. Ducha, café (eso es bola, no tomo), croissant (tb. bola, casi llego tarde, y ni he desayunado), y sonrisa para afrontar un súper día de pesca en los ríos de los glaciares que se derriten de Alaska. (Si es que el efecto invernadero es jodido... nos han soplado 300$).

Primera etapa, el aeropuerto. Aeropuerto... pero que aeropuerto... nunca hay que reírse de un aeropuerto. Aeropuerto es un puerto para aviones. Un puerto donde hay barcos, ¿no? Pues nunca mejor dicho… Y al avión. QUE AVIÓN. Te cagas. Te cagas, no cabíamos 6 en el avión... de hélice... de una hélice... que al arrancar, no arrancó... se caló como mi coche (4x4 último modelo de 1995). Acojona. Mucho. Peor voló, si señor, voló. El avión salió de su puerto, porque, si señor, era una aeroplano-barco, un hidroavión, que empezó a meter caña (1800 rpm para curiosos), y a volaaaaaaaaaarrrrrr, por medio de los patos, otros aviones (había mas de 400 avioncitos en el puerto aéreo), un autentica pasada.

Bueno, después de exactamente 50,4 millas náuticas a 100 nudos (el sistema de navegación de El avión es mortal), llegamos a nuestro nuevo puerto de aviones. El Río. El Río del Glaciar. El Río del efecto invernadero.

Arriozamos estupendamente y pasamos a recoger las maletas en la Terminal de descargas (Véase 6 personas, dos mariconeras y dos cañas de pescar). Claro, tuvimos que arriozar a unos 2 kilómetros de la base, así que vinieron a buscarnos en barcaza de las películas. La verdad es que todo era de película. Ríanse del Doctor en Alaska… (de momento es el cuasi Doctor en Alaska, que a ver si acabo de una vez). Las barquitas eran unas latas de conserva aplanadas, con unos motores fueraborda 4 tiempos de la hostia (Yamaha 90 caballos que se lleva sin volante... la muerte), y que perdían la hélice para convertirse en hidrojets. Curiosa la técnica nipona como se adapta al mundo de los ríos americanos. Una autentica pasada, si no fuera por la perdida de 60% de la potencia del motor, lo que da igual, ya que las latas de conserva navegantes vienen a pesar cuatro kilos, lo que les da una velocidad del copón, por los ríos sin agua (y ese detalle, después de arriozar en un hidroavión acojona, sobre todo, cuando hay que volver a despegar luego).

Una vez en la base, empieza la socialización intercultural. Un italiano, (a partir de ahora el italiano) y un Francés nacido en Bélgica criado en Madrid y en Almería, y viviendo en Cádiz (Puerto de Santa María y Pelayo) desde hace 14 años (a partir de ahora Willy Fog) socializando con unos americanos de América, con acento americano, y cuerpo americano. Bueno, pues este intercambio cultural, nos hace darnos cuenta al Italiano y al Willy Fog, que por lo visto aquí es tonto el último, así que decidimos conseguir nuestro guía (a partir de ahora el guía), y nos fuimos a pescar por esos rías alaskiano (si alguien se sabe el gentilicio se agradece en comentario y lo cambio).

Nuestra primera etapa fue la entrada del afluente, en donde aprendimos a manejar la caña de pesca con mosca (que sigo sin entender, donde está la gracia de tener que estar metiéndole leches a la caña y sedal durante horas para no pescar nada pudiendo estar tirado encima de un tronco pescando todo a un día. Bueno, aquí merece una pequeña introducción sobre la pesca. ¿A qué leches hemos venido aquí? Porque aquí es donde empieza mi primera crisis con mi compañero de viaje. Crisis interna e so si, pero que había que solventar rápidamente. Todavía no he ido a la wikipedia a cambiar esa definición de pesca que hay, así que ni os molestéis en ir a ver. La pesca, como todo el mundo sabe, es la excusa que Homer Simpson le pone a Marge para irse a tocar las pelotillas un día entero en un árbol partido al lado del río, al sol, con el sonido del río a tus pies. Esta claro que si encima, las normas del efecto invernadero son, las de “Release your fish” que traducido significa “Encima no tendréis que comprar uno para hacer que pescasteis porque los tenéis que volver a echar todos la río”, la pesca se convierte en muchísimo más interesante. El problema es que si te pones a pescar con mosca… de descanso del guerrero al solecito en un tronco, nada de nada… no. A darle tirones a la caña hacia delante, hacia atrás, soltando sedal, recogiendo, liándote con el sedal… Mi amigo italiano decidió que el era pescador activo. Yo opté por la pesca pasiva del tronco. Mi amigo, pobre de él, al final no pescó ningún pez en 5 horas, Willy Fog hizo honor a su pasado, a su abuelo, y levantó siete truchas y un salmón. Si señor.


Sin embargo, no acaba aquí el relato de la pesca, no. Al final, claro. Aparte de no tener que decirle nada a Marge, está el orgullo personal. Además, con un italiano, y Willy Fog, que no deja de ser un ente europeizado a tope, había que dejar el listón alto, así que Willy Fog, se dedicó a la pesca semi-activa, pesca que adoptó mi compadre italiano. La pesca semi-activa, como todo el mundo sabe, es la pesca en la que has de moverte de río a río, de meandro en meandro para conseguir buenas piezas, y aquí va el tipo de clasificación. Siempre has de pescar un pez más que tu compañero. En caso de empate, la especie que más jodida esté en cuanto a conservación (que manda nuevos también), es la que gana. Y en caso de empate a especies, ganará el más grande de los peces. Dicho esto, empezó nuestro peregrinar por el ría, en el que, encontramos diversos animales. Más que animales, restos de su paso, como árboles comidos en su base por castores, o incluso marcas de osos grizzlis que van buscando su alimento en el delicioso salmón.


No tardamos en hacernos con 15 fotografías de peces, truchas arco-iris, cada uno, y dejar el orgullo europeo bien alto, antes de volver a nuestro preciado hogar, el hotel alaskiano de Anchorage, no sin antes casi perder el avión. Ni encontramos a Wally, ni encontramos el mechero que cristo perdió. Será para el próximo viaje de Willy Fog.




Perder el avión New Concept